miércoles, 14 de abril de 2010

Poema: Miguel Hernandez



Poema ilustrado de Miguel Hernandez.
Trabajo del Instituto, por motivo del centenario de el nacimiento del poeta.

lunes, 12 de abril de 2010

Cuento de Abril

LA HISTORIA DE MI FAMILIA

Solo dos palabras, Suri Sawn, solo se necesita eso para saber la verdad. Mis padres murieron en un accidente doméstico según los forenses, solo recuerdo ver a mi madre cosiendo y a mi padre leyendo el periódico, cuando salí de casa. Cuando llegué, nada. Todo se derrumbó ante mis ojos. Por eso fui de camino a Sevilla a casa de mi abuelo materno Teodoro, la única familia que me quedaba.

Yo no le conocía. Mi madre y él llevaban enfadados durante mucho tiempo. Cuando llegué, era una casa un tanto antigua y siniestra. Me abrió la puerta con un simple hola.

-Sube arriba y al fondo a la derecha está tu habitación.

Ni siquiera me ayudó con el equipaje que estaba fuera, solo permanecía inmóvil en la oscuridad que le proporcionaba la casa. Subí arriba y encontré una puerta de diferente color a las demás. Forcejee un poco con la puerta, pero estaba cerrada. Así que me dirigí hacia la habitación que me había indicado mi abuelo. Deje el equipaje y baje al salón. Él estaba en el sillón sentado y yo me senté en otro, permanecimos así durante horas.

A la mañana siguiente, la misma situación, quietos y callados. Al atardecer del tercer día, no le vi salir, pero no estaba en casa, y me decidí a dar una vuelta por el pueblo. Me metí por callejones y más callejones y acabé en el cementerio Vi a un hombre de negro. De inmediato le reconocí. Era mi abuelo Teodoro, estaba llorando a alguien. Él se marcho mientras que yo me apresuraba hacia la tumba. En la losa no había nada escrito y parecía como si la hubiesen hecho a mano con una piedra cualquiera.

El ataúd sobresalía por el suelo, y me pareció raro porque suelen estar a más profundidad, así que me decidí a abrirlo aunque no estaba muy seguro de ello. Entonces la puerta crujió y en su interior no había nada. Me quedé paralizado ¿Por qué mi abuelo venía si estaba vacía? ¿en realidad no lo sabía? Tenía que averiguarlo, porque, quizás por eso era tan silencioso. Cuando llegué a casa él ya estaba allí preparando la cena. No me pregunto que donde había estado:

-La cena va a estar lista ¿Por qué no te subes arriba a cambiarte?

-De acuerdo

Subí arriba, probé suerte con la puerta diferente a las demás y obtuve resultado. Cuando entré, era una habitación de niña, con sus paredes rosas y sus muebles morados. En una de las paredes había un cuadro de aspecto antiguo, era una niña china, sentada en el suelo y cosiendo. En el cuadro había una fecha 1965. Me dirigí hacia mi habitación a cambiarme y bajé a cenar.

Él ya estaba sentado, y yo hice lo mismo, la cena fue silenciosa. Cuando acabé me fui a dormir.

Los días transcurrían y yo no averiguaba nada, hasta que un día él volvió a marcharse, yo subí a la habitación de la niña, pero estaba cerrada. Avancé hacia la habitación de mi abuelo. Cuando entré la observé y me fijé en el escritorio, que tenía un cajón con una llave. La giré y miré en su interior, eran cartas, un montón de cartas. Todas eran de una tal Rosa Mendoza. Me fijé en una. Era distinta de las demás. La abrí:

Querido Teodoro:

Has de saber que me dolió mucho perderos y más por tu propia voluntad. Yo nunca quise esto y no sé porque lo hiciste. Has de saber que de celebrará un juicio dentro de poco, será lo mejor para las niñas.

Adiós, Rosa

Cuando me dí la vuelta mi abuelo estaba en la puerta inmóvil mirándome, con lágrimas en los ojos. Me dijo que bajara al salón.

Él me esperaba sentado en un sillón y yo hice lo mismo.

-Veras, la carta que has leído es de mi ex mujer Rosa. Tu madre tenía una hermana, que adoptamos cuando nació ella. Me enteré de que Rosa me engañaba así que me marche de casa. Quería llevarme a lo que más quería, mis hijas, pero tu madre estaba con Rosa en el mercado y Suri estaba conmigo, entonces me marché con ella. Nos mudamos a este pueblo. Éramos felices, hasta que Rosa nos encontró y empezó a escribir. Se celebró un juicio trece años después y lo ganó ella. Vinimos los cuatro a casa para que Suri hiciera las maletas. Las niñas subieron arriba y nosotros nos quedamos fuera esperando, cuando, de repente, oímos un grito y vimos caer a Suri desde la ventana. Cuando llegamos a su lado ya estaba muerta. Miramos hacia arriba y vimos a Marta, tu madre, con una sonrisa en la cara. Al parecer ella no la consideraba de la familia y se pensaba que Suri era la causa de que nos separásemos. Como Rosa tenía la custodia la enterró en Badajoz.

Terminó la historia llorando.

-Pero abuelo, ha pasado mucho tiempo, no tienes porque seguir lamentándote de esta manera, además en vez de ir al cementerio del pueblo a rezar al olvido ve a Badajoz, allí seguro que no te sentirás así. Seguro que a Suri le importabas tanto como ella a ti.

-Tienes razón, tengo que dejar de lamentarme, es más iremos a Badajoz, necesito dedicarle el último adiós. Gracias sin ti no hubiera sido posible.

Y así es como la historia de mi familia terminó en una visita al cementerio, a un recuerdo en el olvido.